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Una mirada crítica sobre el presente del Acompañamiento Terapéutico en Argentina

  • Foto del escritor: Posicionamientocritico
    Posicionamientocritico
  • 13 ago 2020
  • 4 Min. de lectura

Esta semana dialogamos con Nicolas Alonso acompañante terapéutico de la provincia de buenos aires, quien nos cuenta su mirada sobre el presente del AT en la república Argentina.


Si intentamos pensarnos como actores sociales: ¿quiénes somos los acompañantes terapéuticxs (AT)? ¿Qué lugar ocupamos y qué lugar pensamos como colectivo que deberíamos ocupar? ¿Somos un colectivo? ¿Qué relación tenemos con nuestrxs colegas y con quienes nos enseñan sobre la actividad que elegimos? Estamos en un momento de la historia en el cual estas preguntas resuenan en la cabeza de quienes estudiamos o ejercemos esta actividad desde hace más o menos tiempo. El movimiento que generan deriva en otras preguntas más precisas que nos despiertan la curiosidad para informarnos más, la iniciativa para proponer nuevos espacios, el compromiso para construir junto con otrxs algo diferente a lo establecido y la voluntad para transformar pequeñas porciones de nuestra realidad.

Nadie duda que este contexto único y sin precedentes es un momento histórico. Que el aislamiento social, preventivo y obligatorio sea el motor de la búsqueda de nuevas fronteras no es casualidad. Las problemáticas que enfrentábamos antes persisten hoy en día, se agudizan aún más y afectan drásticamente la calidad de vida de quienes trabajamos y de quienes se benefician con nuestro trabajo. Nuestros intereses parecen coincidir un poco más que antes.

Coinciden porque estamos más convencidxs de que argumentar nuestro quehacer, sus formatos y alcances es absolutamente necesario para el desarrollo de nuestra disciplina en los próximos tiempos. Al mismo tiempo, estamos convencidxs de que para lograrlo debemos estar mejor formadxs, lo que incluye estar mejor informadxs. En este sentido, cuestionar nuestra formación (dónde, con quiénes y de qué manera nos formamos) y los canales a través de los cuales nos informamos es necesario, aunque incómodo. Por supuesto que es incómodo. La estructura que hoy nos domina no es horizontal, no es participativa y no es equitativa. Todo lo contrario: es desigual, es autoritaria y es coercitiva. Pero esta estructura y la incomodidad que genera cuestionarla, también nos invita a invertir los roles, a romper con el paradigma e impulsar nuevas categorías a partir de las cuales pensarnos. Crisis es ruptura, pero también es elección y decisión. Nuestra actividad de por sí nos exige ser adaptativxs: muchas veces pone al borde del precipicio nuestros parámetros o juicios sobre las cosas, nos obliga a inventar, nos expulsa si no tenemos la capacidad de interpretar lo mismo de diferentes maneras, si no somos creadorxs, si no somos desafiantes. Hoy estamos enfrente de una de esas barreras. El saber es una construcción y es urgente tomar dimensión de ello. El cómo nos impliquemos en dicha construcción será lo que nos determinará más adelante.

Lo heterogéneo de nuestro colectivo muestra claramente lo joven que es el acompañamiento terapéutico y los cambios que se han dado en los últimos tiempos. Si miramos alrededor, hay acompañantes terapéuticxs de diferentes edades, identidades, formaciones y experiencias.

Así como nuestro colectivo muta (y sigue mutando), también lo hacen los ámbitos en los cuales nos desempeñamos y aquellos sectores que nos educan: nuevos institutos, centros y profesionales imparten la formación. Más allá de la Tecnicatura, sigue habiendo cursos cortos, virtuales y presenciales, cada uno con sus particularidades y esas particularidades determinan la forma que tenemos de entender nuestra realidad. Esta diversidad, en cuanto a la composición del colectivo, no hace más que enriquecerlo.

No obstante, considero que esta diversidad a la que me refiero en cuanto a la composición del colectivo, no muestra signos de identificación o representación de los miembros entre sí. Surge la respuesta individual de sólo accionar en base a la situación propia, particular y momentánea. Dicho invidualismo frena la solución de mucha de nuestras problemáticas y nos impide ver la cuestión central: todo lo concerniente a al acompañamiento terapéutico depende exclusivamente de la acción de los acompañantes terapéuticxs.

Obviar esta realidad es funcional a la continuidad del esquema del cual hablaba más arriba y ya conocemos. Ese esquema dominado por unxs pocxs, en el cual el saber se filtra desde arriba hacia abajo, desde las figuras de poder hacia el resto, no trae otra cosa que quietud y estabilidad en lo que no hoy nos afecta: falta de reconocimiento, falta de regulación, falta de respuestas por parte de los organismos que nos competen, falta de formación accesible para todxs y otras tantas faltas.

Hoy nos encontramos con el desafío de absorber la realidad que vemos como propia y sentirnos parte y actores de esa realidad que es necesario transformar. Pero para transformar hay que ser mejores. Y ser mejores es entender por lo que está pasando el de al lado, por lo que pasó, es informarlo, es organizarnos, es cuestionar y debatir sobre lo que se está diciendo al lado nuestro. Es escribir sobre las intervenciones que realizamos y cómo nos fue, es aprender de otras disciplinas y otrxs profesionales que trabajan con nosotrxs, es asistir, es apoyar, es sostener los nuevos espacios de opinión, expresión, formación, es leer al compañerx.

Nuevos lugares de participación aparecen y es necesario apoyarlos desde la crítica, desde el análisis, desde la buena intención para fortalecerlos.


Datos de contacto:

Nicolás Alonso

Facebook: Nicolás Alonso (AT)

Instagram: @pibesincalma

 
 
 

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